El Tottenham Hotspur Stadium de Londres fue testigo de una de las actuaciones ofensivas más desastrosas en la historia reciente de la NFL. Los New York Jets cayeron 13-11 ante los Denver Broncos en un encuentro que quedará marcado por un dato estadístico vergonzoso: el equipo neoyorquino terminó el partido con -10 yardas netas por pase, convirtiéndose en el primer equipo en registrar números negativos en esa categoría desde 2009.
La última vez que un equipo había finalizado un partido completo con yardas negativas por aire fue hace 16 años, cuando los Tennessee Titans registraron -7 yardas contra los New England Patriots en 2009. Los Jets no solo igualaron esa marca infame, sino que la superaron con creces, evidenciando un colapso total en su línea ofensiva y en la protección de su quarterback.
Justin Fields vivió una pesadilla en suelo inglés. El mariscal de campo fue capturado en nueve ocasiones por la agresiva defensiva de Denver, una cifra que refleja la incapacidad absoluta de la línea ofensiva de los Jets para generar el más mínimo tiempo de protección. Fields completó apenas 9 de 17 pases para 45 yardas y ningún touchdown, números que cuentan la historia de un ataque completamente neutralizado por los Broncos.
Los números detrás del desastre de New York Jets en Londres
Las estadísticas del encuentro pintan un cuadro devastador para New York. Mientras Denver acumuló 246 yardas totales, los Jets apenas lograron sumar 82 yardas en todo el partido. La diferencia en yardas por pase fue abismal: 168 para los Broncos contra las -10 de los Jets. Incluso en el juego terrestre, donde New York logró un promedio de carrera de 92 yardas, no fue suficiente para compensar el desastre en el aire.
El promedio de yardas por jugada refleja claramente la superioridad de Denver: 4.3 contra apenas 1.4 de los Jets. Esta diferencia brutal en la producción ofensiva dejó al equipo de New York sin opciones reales de competir durante la mayor parte del encuentro, a pesar de que el marcador final de 13-11 sugiere un partido más cerrado de lo que realmente fue.
La derrota no solo representa un golpe estadístico histórico, sino que expone problemas estructurales profundos en el ataque de los Jets. La incapacidad de proteger al quarterback, generar jugadas explosivas por aire o mantener drives consistentes son señales alarmantes para una franquicia que llegaba a Londres con aspiraciones de dar vuelta su temporada.