El domingo pasado, cuando Joe Burrow cayó al césped del Paycor Stadium tras ser capturado por Arik Armstead de los Jaguars, los aficionados de Cincinnati presenciaron una escena demasiado familiar. El quarterback de los Bengals sufrió una lesión de “turf toe” de grado 3 que requiere cirugía y lo mantendrá fuera de las canchas por al menos tres meses.
Para muchos, fue un déjà vu doloroso. Burrow, de apenas 28 años, ya acumula un historial preocupante de lesiones que han truncado temporadas completas y limitado el potencial de una franquicia que parecía destinada a la grandeza.
Un patrón destructivo en Cincinnati Bengals

La lesión de Burrow contra Jacksonville no fue un hecho aislado, sino otro capítulo en un patrón sistemático. Desde que Cincinnati lo eligió como primera selección global en 2020, el quarterback ha perdido tiempo valioso por lesiones en tres de sus cinco temporadas como profesional.
En 2020, una devastadora lesión de rodilla que incluyó roturas en múltiples ligamentos terminó prematuramente su campaña de novato. En 2023, una fractura de muñeca lo dejó fuera por el resto de la temporada cuando los Bengals luchaban por un lugar en playoffs.
Estas lesiones tienen un denominador común: la incapacidad crónica de Cincinnati para proteger a su quarterback. Los números son alarmantes. En 2021, los defensores rivales capturaron a Burrow 51 veces durante la temporada regular, y aún así logró convertirse en el primer quarterback en la historia de la NFL en alcanzar el Super Bowl tras recibir 50 capturas o más.
Los números no mienten
Desde 2019, cuando llegó el entrenador Zac Taylor, los Bengals se han ubicado consistentemente entre los peores equipos de la liga en protección de pase. En 2024, Cincinnati tuvo la peor tasa de protección en pases de toda la NFL, según datos de ESPN.
La temporada pasada, a pesar de las 70 capturas que sufrió Burrow entre temporada regular y playoffs, el quarterback logró cifras extraordinarias con 4.918 yardas aéreas y 43 touchdowns. Sin embargo, el costo físico ha sido evidente.
La organización no ha permanecido inactiva. Han invertido recursos significativos en la línea ofensiva, incluyendo la contratación del tackle izquierdo Orlando Brown Jr. en 2023 y la selección en primera ronda del tackle derecho Amarius Mims en 2024.
Sin embargo, estas inversiones no han traducido en resultados. Los defensores rivales capturaron a Burrow cinco veces en apenas 1,5 juegos esta temporada, lo que lo ubicó entre los 10 quarterbacks más presionados de la liga.
El costo del fracaso
En los 14 partidos que Cincinnati ha jugado sin Burrow como titular, el equipo presenta un récord perdedor y promedia menos de 20 puntos por juego. La dependencia del quarterback es total, pero la incapacidad para mantenerlo sano amenaza con desperdiciar una ventana de campeonato.
Con Burrow fuera hasta diciembre como mínimo, los Bengals enfrentan otra temporada perdida. Para un talento de su calibre, cada temporada desperdiciada por lesiones evitables representa una oportunidad de grandeza que nunca regresará.